Regrese a Mérida que es donde
vive mi novia y mi familia, tengo que confesar que no es de mis ciudades favoritas
en Venezuela; mi amigo José Miguel, un eterno enamorado de Mérida, ya no
hallaba manera ni discurso para convencerme de los encantos de esta y no se
explicaba como yo o cualquier otro que viviera en ella no la quería; en fin que
me gustaban más las ciudades en las que
estuve viviendo en estos siete años que estuve fuera de ella; cuando venía
de visita por algunos días a ver a mi familia me sentía un completo extraño, la
dinámica de vida en esta ciudad había cambiado para mí, la gran mayoría de mis
amigos y la gente que conocía ya no estaba, o ya no estábamos en la misma
sintonía y la verdad es que como disfruto del trabajo, apartarme de él me
cuesta un poco. Pero esta vez tenia este propósito de conseguir un poco de
equilibrio, de replantearme algunas cosas de la vida y volver a disfrutar de
cosas simples que uno pasa por alto por estar inmerso en el acelerado ritmo de
operación de un restaurante.
Estuve un par de meses sin
trabajar, alargando un poco las vacaciones, había trabajado por tanto tiempo
seguido que quería descansar, hacer cosas que normalmente no hacía por lo
complicado de los horarios en la restauración; acostarme temprano, cenar en
casa y visitar a mi familia eran cosas que volvía a descubrir y era hasta
extraño experimentarlas. Cuando por fin me decidí a volver a trabajar, tenía en
mente tres restaurantes catalogados como los mejores de la ciudad para ir a
buscar trabajo; solo llegue a ir a uno, y el día anterior había cerrado por
remodelación.
Por la tarde vi una publicación
de Gabriel diciendo que necesitaba un cocinero para un nuevo proyecto y lo
llame, quedamos en vernos para conversar al respecto y ver que proponía. Al día
siguiente me vi con él y con Miguel, el dueño del restaurant; el
establecimiento tenía ya tiempo funcionando pero querían relanzarlo, volver a
tomar el rumbo que habían perdido; y sin quererlo me topé con Bistronomic, un
bonito lugar, con un potencial increíble; un pequeño bistró bien acogedor que
me encanto desde el primer momento; me gusto que Miguel era cocinero también y
no simplemente un empresario dueño del local; así que ese mismo día les dije
que me subía a bordo.
Empecé a trabajar y me sentía
bien, me sentía de nuevo conectado con lo básico, sencillamente cocinaba y
hacia comida rica sin preocupaciones; además ahora vivía en la misma ciudad que
Nathaly, por lo que contábamos con tiempo para hacer más cosas; nos habíamos
conocido estando en ciudades diferentes por lo que compaginar “su” vida con
“mi” vida y las cosas del día a día era una experiencia nueva para los dos pero
sin duda ha sido maravillosa.
Al poco tiempo Gabriel se desligo
del proyecto; yo había hecho una buena amistad con Miguel y entre los dos
empezamos a proponer cosas nuevas; mis responsabilidades y mi implicación con
Bistronomic comenzaron a aumentar con la idea de darle una forma un poco más
parecida a lo que tenía en mi mente que creía que podíamos desarrollar según la
situación del momento, y le dimos rienda suelta a la emoción. Pude incorporar
al equipo a personas que consideraba familia, grandes profesionales que
disfrutaban del trabajo tanto como lo hago yo, volví a compartir espacios con
Mariana, mi hermana de los fogones, y creamos no solo una propuesta interesante
sino también una excelente dinámica; Bistronomic fue un pequeño laboratorio
donde nos acercamos a algunas ideas que venían rondando en nuestras cabezas
desde hace tiempo. Nos divertíamos mucho en el trabajo, disfrutábamos del restaurante y de nuestra vida en general y eso se notaba en el ambiente, era un
lugar feliz!
Empecé a escribir esto hace algún
tiempo; al igual que todos los escritos que he hecho hasta ahora, van madurándose
poco a poco. En este momento que termino de escribir este ya estoy por partir a
otra ciudad, otro rumbo; la mar siempre llama y otras aventuras están por
venir. En este tiempo descubrí cosas nuevas y redescubrí otras; volví a los
paseos a la montaña y a pasar algo de tiempo con mis padres, desperté todos los
días al lado de la mujer que quiero, encontré los mejores churros con chocolate
de la ciudad que toda mi vida estuvieron ahí y no los había visto, desarrolle
ideas increíbles, encontré un poco del equilibrio y la tranquilidad que buscaba,
tuve un puerto; en resumen creo que vi un poquito de la Mérida que José Miguel
ve; pero lo más valioso que descubrí es
que no importa el lugar, uno es feliz
donde se siente feliz.